A continuación os traigo una traducción realizada por mi compañero de Kendo Toni Sanchez. A raíz de la celebración de los Juegos Olímpicos en Río 2016, me ha parecido apropiado este artículo que se cuestiona si debería incluírse el Kendo como deporte olímpico o no. Es un debate que a veces se escucha en los Dojos y seguramente todos nos lo hemos preguntado alguna vez. ¿Qué opináis? ¿Os gustaría que el Kendo fuera olímpico? ¿acabaría con el espíritu original o, por el contrario, enriquecería la práctica? Aquí os dejo con esta traducción que espero que disfrutéis.
Artículo original publicado en International Herald Tribune, escrito por DANIEL KRIEGER el 24 de mayo de 2012.
Traducción realizada por Toni Sanchez, cedida a Kendo Blog.

Fotografía de Massimo Pinca
«Defendiendo la pureza del Kendo de la popularidad»
Cumplir con los estándares coartaría el énfasis en la forma, afirman los partidarios.
En los Juegos Olímpicos de Verano de 1964, Japón tuvo el doble placer de iniciar el camino de su renacimiento tras la guerra en la escena mundial y el de inaugurar sus juegos con el Judo como deporte olímpico.
El Kendo, hermano menos conocido del Judo, fue presentado como deporte de exhibición en Tokio; ambas artes marciales habían sido prohibidas durante unos años, tras la Segunda Guerra Mundial, a causa de sus elementos “militaristas”.
Seis años después, la Federación Internacional de Kendo (F.I.K.), fue constituida con 17 países miembros, y el primer Campeonato Mundial tuvo lugar en el estadio Budokan, que había sido construido para los Juegos Olímpicos de Tokio. Ahora, con 54 federaciones, el deporte se presentará en la edición número quince de los Campeonatos Mundiales que se inicia este viernes en Novara (Italia).
Para muchos deportes, el objetivo final sería el de ir un paso más allá e integrarse en el calendario olímpico. Pero no es el caso del Kendo. Una gran cantidad dentro de la comunidad de practicantes del deporte están en contra de ello, con el argumento de que podría anunciar el fin del kendo como la disciplina que ellos conocen.
El kendo, palabra que significa “el camino de la espada”, es un arte marcial japonés que utiliza una espada de bambú y que comporta un riguroso entrenamiento, dirigido a un idéntico desarrollo tanto de la técnica de combate como del carácter del practicante. Todo ello mediante la inculcación de virtudes como el coraje, el honor y la etiqueta.
Si el Kendo fuera una sencilla competición como el tenis de mesa o el tiro con arco, ajustarlo a los estándares del Comité Olímpico Internacional (COI) no sería difícil. La disciplina, sin embargo, tiene un sistema subjetivo de puntuación que valora tanto la forma y la ejecución como el resultado final.
A diferencia de la esgrima olímpica, que lleva la cuenta de la puntuación mediante sensores electrónicos que se iluminan cuando se ha tocado la superficie válida de blanco, un golpe ganador en Kendo, conocido con el nombre de ippon, no puede medirse electrónicamente. Por el contrario, se trata de una llamada emitida por al menos dos de los tres jueces presentes en el combate.
Los elementos de esta perfección son tan nebulosos que los jueces tienen mala reputación por llamadas incorrectas. No obstante, para muchos kendokas es preferible la llamada del árbitro que el marcador luminoso; para ellos, la presencia de la tecnología degradaría la belleza de la victoria.
Una victoria en Judo también se solía determinar únicamente por ippon, una “proyección perfecta”. Pero actualmente, siguiendo la intervención del COI, el hecho de que los competidores puedan obtener los puntos de maneras diversas, la introducción de un sistema de pesos y otros cambios comprometen seriamente, según la opinión de sectores puristas, la esencia del Judo.
“Para que el Kendo se convirtiera en deporte olímpico, se tendría que simplificar de manera considerable”, opina Alexander Bennett, jefe editor del Kendo World Journal y profesor asociado de Estudios Japoneses de la Universidad Kansai, en Osaka (Japón). “La parte realmente importante de puntuar está en el proceso de iniciar el ataque, identificado globalmente el objetivo, efectuando el golpe en la postura correcta y con espíritu plenamente enérgico, y mostrando tras el mismo un estado continuo de alerta física y mental”.
Si se simplificase el sistema de puntuación, afirma Bennett, el Kendo perdería “su valor estético y, como resultado, su valor como vía de cultivo personal, sustituídos por una mentalidad del querer ganar a toda costa, hecho que se ha producido en gran medida en el caso del Judo olímpico”.
Ichiro Murakami, presidente de la Federación de Kendo de Estados Unidos y vicepresidente de la F.I.K., afirmó que estaba de acuerdo con Bennett, pero que contemplaría la idea del Kendo olímpico “si se pudiera hacer de la misma manera como se está llevando a cabo en los campeonatos mundiales”.
Lo más lejos a lo que la F.I.K. está dispuesta a colaborar con el movimiento olímpico es la pertenencia a Sport Accord, una organización que promueve la cooperación entre las federaciones deportivas y que trabaja con el COI. Hace dos años, el Kendo fue uno de los 13 deportes presentados en los primeros Juegos de Combate de Sport Accord, que tuvieron lugar en Pekín.
“Aunque existía una oposición inicial a participar en algo que oliera a Juegos Olímpicos,” afirma Bennett, que tenía parte en el acontecimiento, “nos dimos cuenta rápidamente que esto sería muy beneficioso para que el mundo comprendiera de que trataba el Kendo.”
Además, había otra razón, mucho más poderosa: “Le sirve a Japón de ayuda a la hora de mantener su propiedad sobre el Kendo.”
En 2001, el grupo escindido denominado Asociación Mundial de Kumdo (Kumdo es el homólogo coreano del Kendo) se estableció en Corea del Sur y declaró sus aspiraciones olímpicas, así como su disposición a realizar modificaciones extremas, como la utilización de la armadura electrónica. A causa del éxito de Corea del Sur al incluir el Taekwondo como deporte olímpico en el año 2000 (superando al Karate, la variante japonesa), la F.I.K vio a la Asociación Mundial de Kumdo como una amenaza a su estatus de organismo rector del Kendo.
El Kendo no es un deporte, sino un arte marcial. No se trata de ganar. Cómo ser es más importante.”
La F.I.K. está asociada junto con la Asociación Coreana de Kumdo, que aboga de manera enérgica por el Kumdo como deporte olímpico. Sin embargo, según Seung-ho Shin, director de asuntos internacionales de la Asociación Coreana de Kumdo, los cambios que ellos sugieren serían menos drásticos, como el tema de los cinco árbitros para mejorar la eficacia de las llamadas y la adición del sistema de pesos.
Por ahora, sin embargo, ni el Kendo ni el Kumdo darán ningún paso de manera oficial para unirse a la lista de los deportes olímpicos. Emmanuelle Moreau, portavoz del COI, afirmó en un correo electrónico que, para iniciar el mecanismo, el primer paso era solicitar el reconocimiento como “deporte reconocido” por el COI, paso que la Federación Internacional de Kendo no ha dado.
Además de la publicidad que ello supondría, la inclusión en el sistema olímpico representaría la gran necesitada ayuda económica para los kendokas, quienes llegan a pagar tanto como 70 dólares por una espada de bambú y muchos miles por una armadura de alta calidad.
La necesidad de financiación es la razón que arguye Taro Ariga, que representó a Canadá en siete campeonatos mundiales y que dirige un Dojo, o escuela, en Irvine, California, y que da su apoyo a la actual política de presión por un puesto en los Juegos. Habiendo crecido en Brasil, es plenamente conciente de los costes del Kendo a este nivel.
“Tenía un amigo en Argentina que quería ir al campeonato del mundo, con tan mala suerte que tuvo que vender su coche para pagarse el viaje porque la Federación se negaba a hacerlo.”, afirma Ariga. “Si el Kendo se convierte en deporte olímpico, estoy seguro de que existirá más ayuda económica por parte del gobierno o los patrocinadores podrían hacerlo más accesible al público en general.”
Aunque hasta incluso los puristas reconocen que una mayor publicidad y dinero beneficiarían al Kendo a largo plazo, el sacrificio a su integridad permanece como un trauma para muchos. Como solución de compromiso, Ariga aboga por dos Kendos.
Uno sería el deporte olímpico, que el COI podría adaptar para aumentar la atracción del espectador. El otro, el Kendo tradicional, conservaría el arte marcial en su forma más pura. La propuesta, sin embargo, no se ha impuesto.
“El kendo no es un deporte, sino un arte marcial.”, afirma Daniel Ebihara, que lo ha enseñado en Nueva York desde 1958 y entrena a la selección de Venezuela. “No se trata de ganar. Como ser es más importante.”
Conseguir puntos, ganar medallas y convertirse en un campeón no son precisamente los objetivos, nos dice Ebihara, aunque observa que el kendo se dirige en esa dirección. Para él, la victoria conlleva algo más. “En el Kendo, el principal oponente es uno mismo.”
“Si el ippon es ejecutado perfectamente, el oponente le saludará y sonreirá.”