Este artículo es una traducción de una entrada de kenshi 24/7. El artículo original es, a su vez, una traducción de un libro japonés. Me pareció tan interesante y me emocionó tanto, que creo que vale la pena traducirlo y compartirlo con todos vosotros.
Cuando era un joven estudiante de secundaria (14/15 años) vivía en la prefectura de Tottori. Empecé a hacer Kendo durante el primer curso, pero era muy débil y siempre perdía en las competiciones. Era tan débil que incluso a veces la gente me sacaba fuera del área de shiai mediante taiatari.
Después de graduarme en la escuela secundaria me mudé a Osaka y empecé en el club de Kendo de la escuela secundaria superior (bachillerato) a la que estaba matriculado. Sin embargo (y como cabía esperar) era muy débil en Kendo y me trataron como poco más que una carga, consiguiendo que hasta mi senpai se enfadara conmigo habitualmente.
En mi segundo año de bachillerato (16/17 años) empecé a asistir al keiko en el Shudokan, el dojo que se encuentra dentro del castillo de Osaka (el de la fotografía). Un día un señor bastante bajito entró en el dojo. Por lo visto se trataba de alguien importante por el modo en que le trataban. Cuando el keiko comenzó, todos los profesores del Shudokan -éstos sexto y séptimos danes- se pusieron en fila para entrenar con el bajito sensei. Yo estaba impresionado al ver que ninguno de ellos era capaz de tocarle. Él los destruía a todos.
Preparándome mentalmente, me uní a la fila para hacer keiko con el sensei. Cuando fue mi turno me levanté de sonkyo y, de repente, me quedé helado: «¿Qué debería hacer?» Me costaba respirar y sentí como si mis piernas y mis pies estuvieran atados, como si me hubiese quedado paralizado. La atmósfera se volvió tensa de repente y me hizo sentir miedo a atacar o ser atacado. La presión era intensa.
«¡Esto es Kendo!»
Recuerdo el sentimiento de parálisis física y miedo mental en ese instante. «Desde hoy voy a hacer del Kendo mi vida» pensé, y me pasé la noche entera desvelado sin pensar en otra cosa que no fuera Kendo. Esta fue la primera vez que conocí a Ikeda Yuji sensei.
Desde ese día empecé a asistir a los dojo donde Ikeda sensei enseñaba: «¡Ataque grande con espíritu vigoroso!» – esto es lo que Ikeda sensei me decía cada vez que tenía oportunidad de hacer keiko con él. La mayor parte de la instrucción que recibí de Ikeda sensei fue uchikomi y kirikaeshi, mediante los cuales él forjó mi Kendo.

Ikeda sensei. Imagen tomada de Kenshi247.
Haciendo un adelanto rápido hasta el día 3 de noviembre de 1984: Yo estaba de pie tranquilamente en el centro del Nippon Budokan -era la final del Campeonato de Kendo de Japón-: «¡Hajime!» Me levanté y casi de inmediato -e inconscientemente- hice un gran men. Luché a mi ritmo y me las arreglé para ganar la competición. Cuando ya terminó la ceremonia de premios y con el certificado en una mano y la Copa del Emperador en la otra, busqué a Ikeda sensei para darle las gracias. Él me dijo en un tono tranquilo: «Harada-kun, ¡felicidades!». En ese momento recordé claramente el primer keiko que tuve con Ikeda sensei en Shudokan hacía tantos años…
– Harada Tetsuo, Dept. de policía de Kyoto , 1993.
En 1984, a la edad de 29, Harada sensei ganó el Campeonato de Kendo de Japón y fue miembro del equipo japonés ganador en el Campeonato mundial de Kendo. Él es ahora 8dan kyoshi. Revisad su tachiai en el 2011 Kyoto Taikai. (Empieza en el minuto 3, Harada sensei está mirando hacia la cámara).
En cuanto al título del artículo: «Aunque calces sandalias de acero, encuentra un buen profesor», enfatiza la importancia de estudiar y entrenar con un buen profesor. No importa durante cuánto tiempo camines, no importa qué distancia, ni si tus sandalias son de acero en lugar de paja o tela. Continúa y continúa hasta que alcances aquello que buscas… que, en este caso, es un buen sensei.
Fuente: Kenshi24/7
Fuente original: 追想生涯一剣士 池田勇治先生。勇剣会。1993発行。非売品。
Me motiva este articulo Desiree . Lo que nos define no es lo que hacemos, sino la forma de como nos levantamos después de caernos.
Me alegra que te guste, estoy totalmente de acuerdo contigo, jeje :) Un saludo!