Pues sí, llegó el día. Era martes, 4 de noviembre de 2014, día en que retomé mi pasión.
Me pasé el fin de semana anterior preparando mi ropa, lavándola y limpiando mi bogu. Llegó el día y fui al Dojo. Al entrar me encontré con caras conocidas, el mismo ambiente familiar… Sentí como si el tiempo hubiese sido una mera anécdota, como si me hubiese quedado dormida durante una práctica y al despertar continuase ahí.
Torpemente entré, saludando después de años al Dojo. Me cambié y me tuvieron que ayudar porque hasta había olvidado cómo cerrarme la hakama. Y, sin casi darme cuenta, empezó el entrenamiento. Ejercicios de calentamiento, suburi, haya suburi… Notaba un poco la falta de forma. Aunque durante estos años he ido al gimnasio, he ido a correr y participado en carreras, la forma física para el Kendo se hace practicando Kendo. Eso es algo que tengo muy claro. Me he notado torpe y sobretodo lenta en ji-geiko por la falta de práctica. De todos modos no podía dejar de sonreir; las técnicas me salían solas: el fumikomi, el kirikaeshi, el kiai, todo natural, salía solo, no tenía que pensar nada. Es increíble cómo el cuerpo recuerda, cómo acaba absorbiendo las técnicas y haciéndolas parte de uno mismo. Evidentemente mi técnica ahora necesita ser depurada, refinada y perfilada de nuevo. Entonces tampoco era perfecta (ni mucho menos), pero debo trabajarla para por lo menos retomar lo que ya había conseguido. Por otro lado, noté que gracias a las carreras y al entrenamiento muscular que he hecho en el gimnasio, pude aguantar bien toda la clase, sin agotarme excesivamente, aunque también es cierto que tanto mis compañeros como mi sensei tuvieron paciencia conmigo para que fuera cogiendo el ritmo de nuevo.
Pero había algo con lo que no contaba: los callos. Sí. No es muy bonito, pero cuando practicas Kendo acabas haciéndote los callos en los pies que te protegen. Cuando lo dejas, tus preciados callos desaparecen y se convierten en piel fina de nuevo. Bueno, pues acabé con la planta del pie izquierdo en carne viva. Lo mismo me pasó en la mano izquierda. Unas ampollas reventadas que me fastidiaron la última media hora de clase. El problema no era el aguante, ¡era el pie que no me permitía continuar y me hacía cojear! Pero en fin, esto es lo que hay que hacer para endurecerse, jaja. Ahora mismo no puedo ni caminar con esta tontería, espero que se me cure con los ungüentos que me he puesto, de lo contrario mañana no podré entrenar y me tendré que limitar a mirar (mitori-geiko) o a hacer suburi… ¡Es lo que hay!
En fin… ¿Qué os puedo contar? Es una de las mejores sensaciones que he tenido en la vida. Volver al Kendo, volver a retomar mi camino, volver a por mi objetivo. Cuando volvía en el coche no podía dejar de repetir lo feliz que soy, no podía (ni puedo) dejar de sonreir, de pensar en lo afortunada que soy por poder reemprender mi camino, con mis compañeros, en nuestro Dojo… Veo mis shinais, mis libros, mis apuntes, releo mi blog y me siento tan feliz por recuperarlo…
¿Listos, pues, para una nueva temporada de Kendo Blog? Esto empieza fuerte, lo aseguro :)
¡Muchas gracias a todos! Y gracias a mis compañeros e instructor por tan cálido recibimiento y por haberme dicho que les alegraba mucho mi vuelta. No puedo estar más agradecida ni más contenta.
Crédito de imagen: Nikopol_TO vía photopin cc
Gambatteeeeee!!! Ánimo y recuerda que sin dolor no hay gloria…jejeje
¡Muchas gracias Xavi! Un abrazo grande :)
A prepararse esas suelas para aprovechar al máximo con ganas, fuerza y espíritu el año 2016 que ya se asoma! nos vemos!
Gracias!! Un beso :)
Bienvenida nuevamente al kendo! Un abrazo desde San Juan Argentina.
Muchas gracias Juan Pablo! :)
Este viernes me toca a mí retomar el sendero y agradezco mucho haberme topado con tus palabras.
Espero animar a otros compañeros, que como yo, se han alejado del dojo… pero nunca del Kendo.
Saludos desde Venezuela
Me alegro muchísimo, Eloísa. Te mando toda mi fuerza. Sin duda vas a sentir una recarga de energía brutal en cuanto lo retomes. Está claro que llegado un momento el Kendo acaba formando parte de uno mismo, convirtiéndose en un estilo de vida y aunque por ciertas circunstancias tengas que dejarlo temporalmente, inevitablemente acabarás volviendo porque forma parte de tu propio ser, de tu camino. Un abrazo y disfruta mucho de cada práctica. ¡Nos leemos!