Sí. Han pasado unos tres años desde que dejé de venir por aquí. Tres años en los que he aprendido mucho de la vida. Dicho así parece poco tiempo, pero en comparación a lo aprendido siento como si hubieran sido muchos más. En realidad son cuatro años los que han pasado desde que dejé mi casa, mis amigos, mi Dojo y, desgraciadamente el Kendo. Es algo que tenía que ser así. Me fui a un lugar en el que no había ni siquiera la posibilidad de entrenar. Mi prioridad era terminar la carrera, por lo que eso hice. En estos años he conocido gente maravillosa. He viajado, he disfrutado de nuevas experiencias, he crecido. Pero un vacío en mi alma estaba ahí, haciéndome sentir nostalgia y tristeza. Cada vez que alguien me hablaba del Kendo, un nudo se formaba en mi garganta y sentía como si algo me apuñalase el vientre. Una sensación de profunda tristeza, de profunda nostalgia. Incluso escribiendo estas líneas siento cómo afloran las lágrimas y continúo teniendo ese sentimiento. Pero ahora es de felicidad. Vuelvo. Vuelvo y con mucha fuerza. He vuelto a mudarme a Mallorca y vuelvo a tener la oportunidad de retomar parte de mi esencia, de mi camino. Estoy tan feliz por ello que no encuentro las palabras para poder transmitirlo. Pero es así, ha llegado el momento de volver.

Siento tanto el vacío que el Kendo dejó en mí que ahora tengo miedo de no estar a la altura. No se cómo estaré. ¿Recordaré? ¿Mi cuerpo mantendrá la memoria? No lo se. Pero reaprenderé, haré lo que sea necesario por retomarlo al cien por cien.

Estoy muy feliz por estar aquí de nuevo. Extremadamente feliz. Espero que todavía haya alguien al otro lado de la pantalla.